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Nov07

Montreal, muy parecido al amor

07 Noviembre 2012 Texto // Enrique Escalona Fotos // Enrique Escalona

Cuando una ciudad te gusta mucho es difícil explicar qué es lo que te hace sentir y encuentras atractivo hasta recorrer sus calles menos turísticas. Intentamos contarte 4 momentos en Montreal, un viaje invernal por una vibrante ciudad.

Nunca se debe despreciar ningún viaje, por modesto o cercano que sea, pero cuando llega la oportunidad de cambiar de entorno, surge lo que en francés se llama “dépayser”, un cambio total de paisaje, para respirar el viento del norte de nuestro continente en una ciudad donde hablar francés sirve mucho.

I. La Ville

El taxi desde el aeropuerto da vuelta en la Rue Sainte-Catherine, la principal arteria de Montreal, es invierno y el cielo es intensamente azul, lo que indica que no nevará hoy y que hace mucho frío. En el norte del mundo el azul profundo en invierno es símbolo de frío y brinda una intensa luz que ilumina las tiendas y edificios de esta alocada calle, donde conviven iglesias, rascacielos y el Club Super Sexe.

Los graffiti dan color a la monotonía blanco-nieve, gris-cemento que no parece apagar los ánimos de la gente, que camina, recorre, busca, ríe y vence al frío invernal aventándole en la cara una bola de nieve, para escapar tras las puertas de los negocios con aire acondicionado de Sainte-Catherine: Apple, Indigo Books, HMV, Archambault, Zara y otros refugios, que dejan fuera a la chica en bikini del espectacular de H&M.

Ya a pie, después de hospedarme a una cuadra de Sainte-Catherine, en el hotel Le St-Martin, recorro la famosa calle principal, paso la parte central y más turística hasta llegar al este, donde a la altura del metro Beaudry descubro que estoy en pleno “Village gay”. Ahora entiendo porqué tantas parejas del mismo sexo de la mano, tantos saunas y tantos bares con banderas de colores. Como viajero buga, sigo caminando en una zona donde sobreviven los viejos negocios, tiendas de antigüedades, decoraciones, bares, pequeños restaurantes, cines abandonados y un hermoso paisaje citadino de desorden en las fachadas, que comprueba los orígenes latinos de esta ciudad.

II. À table

“¿Vas al Schwartz? ¡yummy!” Me dijo mi amiga Dominique que es québécoise y a quien conoci estudiando en Italia hace algunos años. Sin haber puesto un pie en Quebec ella me hizo viajar por el Fleuve St Laurent mientras veíamos las montañas de Gemona del Friuli. Ahora que estoy en su tierra me recomienda pasar a este restaurante abierto en 1928, donde sirven uno de los mejores emparedados de carne ahumada.

El lugar está abarrotado y comparto mesa con una señora que está vestida como astronauta del polo norte, aunque al ver mi reflejo en el espejo veo que con mi estorbosa chamarra, bien podría ser su compañero. 

En las paredes están las celebridades que han visitado el lugar y noto que existe un musical dedicado a Schwartz. Llegan las papas fritas y el generoso sandwich y dan ganas de cantar, que todos los comensales se levanten y que inicie una coreografía, esto es delicioso y es una lástima que no haya reparto a domicilio hasta la Ciudad de México.

Un rato después, ya acompañado de Dominique, me hace recorrer el barrio de Rosemont, con sus calles de banquetas techadas, para poder visitar todos los negocios y bares sin que importe la lluvia o la nieve. Uno de estos es Lozeau, el paraíso de los fotógrafos, un gran almacén de donde salgo con un lente 50 mm con 1.4 F de apertura, lo que celebramos con unas cervezas en La Succursale, una “petite brasserie” en la Rue Masson.

III. Gilles Villeneuve

Es el día de rendirle tributo a uno de los grandes ídolos de mi infancia, Gilles Villeneuve, nacido en Quebec y víctima de un fatal accidente en Bélgica en 1982. Entre mis primeros recuerdos está verlo compitiendo en Imola, a bordo de su Ferrari rojo con el número 12. Saliendo del metro Jean-Drapeau, en la isla Notre-Dame, basta caminar 200 metros para llegar al Circuito Gilles Villeneuve, una pista con hermosas vistas del skyline de la ciudad, donde cada junio se celebra el Gran Prix du Canada.

En la isla está el parque Jean-Drapeau, donde del 21 de enero al 5 de febrero  se hace la Fête des neiges de Montréal, con pista e patinaje, cancha de hockey, ski alpino, toboganes, trineos, escultura con nieve, ski de fondo y paseos en perro, entre muchas otras actividades,  la mayoría de ellas gratuitas.

Me dejo llevar por el entusiasmo y me deslizo en los toboganes sobre una llanta, nunca es tarde para la nieve, pero para un niño debe ser inolvidable pasar una tarde aquí. Deberé esperar unos años a que mi hijo crezca y entonces regresaré.

IV. Sous La Terre – Sur La Terre

La Ville Souterraine me acoge por la tarde, un laberinto de calles subterráneas donde la gente no se preocupa por el frío, con zonas conectadas a edificios y estaciones del metro, donde la gente puede salir a hacer sus compras desde casa sin salir a la intemperie.

La verdad es que siempre me ha fascinado la idea de una ciudad bajo la tierra, una ciudad oculta a la que se entra por puertas que pocos conocen. Aunque en el caso de este Montreal bajo tierra, se calcula que medio millón de personas pasan todos los días a comprar, comer y pasear por estos corredores.

De nuevo a bordo de un convoy del metro, mi transporte favorito, bajo en la estación Artwater para tomar desde ahí un taxi a la Mansión Smith, al pie del Mont-Royal, el monte que le dio nombre a la ciudad. Un lugar sagrado para todo montrealés, tanto que ningún rascacielos puede superar sus 234 metros de altura.

En este lugar me encontraré con Les amis de la montagne, un grupo de voluntarios que hace recorridos y cursos de ski de fondo por el parque de Mont Royal y que esta noche me llevará junto a otras personas a caminar con raquetas para nieve hasta la cima.

Caminamos con la luz de la ciudad entrando por los árboles de este parque urbano, hasta llegar al mirador de la Cruz de Mont Royal, donde en 1643 un oficial francés de nombre Paul de Chomedey de Maisonneuve fundó la ciudad de Montreal, que ahora tintinea bajo nuestra mirada, lanzando humo de sus chimeneas “como el más brillante de mis próximos incendios”, diría el poeta Mario Santiago Papasquiaro, nada más que añadir.

GUÍA GIRAFFE

Todo sobre Montreal: tourisme-montreal.org

Montreal en español:bonjourquebec.com/es-es/villesmontreal1

Para hospedarte:
lestmartinmontreal.com

También puedes leer:

lagiraffe.com/canada/montreal-en-invierno

Acerca del autor

Enrique Escalona

Enrique Escalona

Lo único que ha podido planear en su vida es su próximo viaje... y pues de algo había que trabajar ;)

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