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Ene29

Mares de roca roja

29 Enero 2010 Texto // Enrique Escalona Fotos // Enrique Escalona

El Gran Cañón de Arizona es una experiencia de viaje imposible de contener en un relato. 446 kilómetros de paisajes imponentes, que van cambiando conforme pasa el día y dos viajeros mexicanos conduciendo un auto rentado.

El viento agita nuestro pequeño Chevrolet Aveo en una carretera recta interminable. Hemos conducido por 3 horas desde Phoenix y acabamos de entender por qué el empleado de la arrendadora puso cara rara cuando escogimos el modelo más pequeño, y barato, para conducir por el norte de Arizona. Nuestro auto es rebasado por gigantescas camionetas y da coletazos cuando abrimos las ventanas, afuera todo es desierto y no hay ningún cañón o barranca a la vista. Hasta que los letreros nos indican dar vuelta a la izquierda antes de Cameron.

INTRODUCING THE GRAND CANYON

En cuanto giramos vemos una enorme cuarteadura que se pierde en el horizonte y que llega a tener profundidades que rebasan el kilómetro. Jessica y yo gritamos ¡Ese es el Gran Cañón! y conducimos con montañas de un lado y el precipicio del otro. Repentinamente vemos un mirador y frenamos haciendo rechinar la llanta, ansiosos por tener nuestra primera vista de este monumento natural.

Lo que vemos nos deja boquiabiertos, es media tarde y el sol ilumina fuertemente las orillas del Cañón, dejando las profundidades en penumbras y encendiendo el amarillo rojizo. Por fin estamos enfrente de un lugar emblemático del turismo mundial, tan visto en postales, famoso y conocido, pero no por ello menos impactante en vivo.

 

UN ATARDECER MUY CAÑÓN

Apuramos el paso para llegar al mirador de la ribera sur del Gran Cañón, conocido como South Rim. Queremos llegar al atardecer y lo logramos. Pagamos nuestro ingreso de 25 dólares por vehículo al Parque Nacional del Gran Cañón y encontramos de inmediato un estacionamiento. Salimos disparados hasta el mirador y encontramos a mucha gente esperando el momento de la puesta del sol, por allá una pareja de ancianos asiáticos ríe, acá un grupo de rusos se toma fotos y cerca una familia méxico-estadounidense usa el inglés para dar órdenes y el español para expresar su asombro.

Cuando se acerca el momento, las rocas se van llenando de tonos rojizos, que convierten al Gran Cañón en un gigantesco mar rojo, con rocas que se elevan como olas y que van revelando nuevos planos conforme la luz avanza. El sol se vuelve una mancha rojiza en el horizonte y la gente aplaude cuando finalmente se oculta. Un espectáculo diario que nunca es igual.

 

UN NUEVO AMANECER

Pasamos la noche en la cercana población de Tusayan, un pueblo que tiene por calle única la carretera, rodeada de hoteles y restaurantes. Regresamos muy temprano al Gran Cañón para volver a verlo antes de seguir nuestro viaje. Subimos bostezando al carro pero la espectacular carretera escénica, llena de curvas y desfiladeros, nos mantiene alertas.

Llegamos tan temprano que no hay un sólo auto en el estacionamiento y comenzamos a caminar, a seguir un paseo alrededor de la ribera sur, sin prisa y deteniéndonos en los miradores que más nos gustan. Pasear al lado de esta maravilla natural por la mañana es una de esas cosas que todo mundo debería intentar hacer por lo menos una vez en su vida, y hubiéramos querido continuar, pero comenzamos a tener hambre y el viaje debía continuar.

De regreso notamos que ya todo está lleno, gente de todo el mundo paseando, el estacionamiento sin espacio y una larga fila para asomarse de los mejores miradores. Nos felicitamos por haber salido tan temprano. Antes de agarrar carretera comemos en una de esas cafeterías que se ven en las series de Estados Unidos, donde te sientas en la barra y te sirven café negro y un pay de manzana. Me siento en una escena de Jim Jarmusch, así que no me queda otra que poner una canción de Iggy Pop en la rocola y echar un último vistazo al fantástico Gran Cañón, prometiéndole regresar apenas pueda.

[Ver en SD]

Acerca del autor

Enrique Escalona

Enrique Escalona

Lo único que ha podido planear en su vida es su próximo viaje... y pues de algo había que trabajar ;)

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