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La enigmática Isla de Pascua

07 Noviembre 2012 Texto // Jessica Servín

Según las crónicas geológicas, hace 2 millones y medio de años hizo erupción un volcán en medio del Pacífico, muy lejos de cualquier tierra habitada. Así nació la Isla de Pascua, poblada por personas de origen desconocido, que en el más completo aislamiento desarrollaron una cultura extraordinariamente compleja.

Localizada en la polinesia chilena, en esta isla las tribus veneraban a sus ancestros, a quienes representaron en colosales moais o estatuas de piedra que las tribus de Rapa Nui —nombre original de la isla— tallaron y levantaron como gigantescas figuras de piedra. No obstante, destrozaron el sistema ecológico de la isla al talar los árboles para transportar los moais junto al mar, tal como están ahora. Es por ello que la isla tiene poca vegetación.

Poco se sabe de dónde provenían tales tribus, la versión más aceptada concluye que los polinesios, al viajar en sus canoas de madera por el Pacífico, lograron llegar al territorio. Otras versiones, como las del navegante y arqueólogo noruego Thor Heyerdal —quien cruzó el Pacífico del sur en balsa——, afirman que fueron culturas preincaicas que llegaron en barcos de papiro, como los que surcan las aguas del lago Titicaca.

Caminos de historia

En los siglos XVI y XVII las tribus de la isla derribaron muchas de las estatuas más grandes. Pero fue hasta el domingo de Pascua de 1722 que un navío mercante holandés descubrió por azar el lugar y lo bautizó como isla de Pascua. En los decenios subsecuentes, algunos barcos mercantes recalaron e hicieron escala en la isla. Hasta 1838, algunas de las estatuas caídas fueron levantadas de nuevo; sin embargo, la población de la isla fue diezmada cuando barcos peruanos se llevaron a cientos de sus pobladores a Perú para trabajar en las minas de oro y plata. La mayoría de los habitantes nunca regresó a la isla y los pocos que volvieron formaron solamente una comunidad de 110 almas. No obstante, con la anexión de la isla a Chile en 1888, la población aumentó gracias a que los habitantes tuvieron alimentos, vivienda y auxilios médicos.

La isla cubre un área de 116 kilómetros cuadrados y tiene tres volcanes principales uno de los cuales es el Rano Raraku, de donde se extrajo la piedra para construir las colosales estatuas. En los lugares costeros de la isla, conocidos como Tahai, Ahu Akivi, Anakena y Tongariki, se localiza la mayoría de las 600 estatuas que aún está de pie y que constituye la mayor atracción. Algunas de las estatuas que se yerguen sobre plataformas funerarias tienen ojos enigmáticos de alabastro blanco y negro, y proceden de las canteras del volcán Rano Raraku; las más altas miden casi 20 metros y pesan 300 toneladas. También son dignos de visitar la cantera, el propio Rano Raraku y el centro ceremonial de Orongo.

La Isla de Pascua forma uno de los ángulos imaginarios del inmenso triángulo polinesio y algunos cruceros de lujo que hacen el circuito de Sudamérica y la Polinesia Francesa tienen como escala la isla. Pero lo mejor es llegar en avión saliendo desde Santiago o desde Papeete, para descubrir esta lejana y mítica isla.

Más sobre el destino: www.chile.travel

 

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