Si de niño te la pasabas leyendo libros de piratas y recorrías dormido la Isla de la Tortuga esperanzado por apoderarte de su tesoro; si las playas de Acapulco a pesar de su exotismo nunca satisficieron tu sed de bellezas naturales; si te abruma el tráfico de tu ciudad natal y si mientras se pone el sol detrás de los edificios grises de la calle 654 imaginas que estás contemplando el atardecer en otros horizontes, entonces, ¡deja de soñar!