Honestamente, la India no es lo que imaginaba desde pequeño, me costó trabajo encontrarle ese estado espiritual que le adjudicamos. Las ciudades están hechas un caos y parece que no hay reglas. Y sin embargo, llevo meses disfrutando de este increíble país.

Sólo fueron las primeras dos semanas, ahora siento que los cláxones son como una orquesta componiendo música urbana, las motos y carros te esquivan, subirse a un rickshaw (especie de bici-taxis, sin puertas ni techo) ya no es una pesadilla y ahora sé que no debo asustarme ante los acelerones inesperados, enfrenones y choques con otros rickshaws, o una vaca.

Fotos: Marco Antonio Contreras

Orquestando el caos

¿Quién diría que aquí se vive el siglo XXI? Contradictorio pero cierto. Lo que para la mente occidental algo es absurdo y obsoleto aquí es sagrado y necesario. La India es un lugar bastante paradójico, bien me advirtió mi amigo Himanshu antes de venir, “La gente q va a mi país regresa o amándolo u odiándolo ¡pero jamás ignorándolo!”

Cuando lo vea le diré que estoy en desacuerdo, porque algunos momentos amo su país pero en otros no tanto, como cuando piso mojones de vaca, atrayendo un simpático desfile de moscas, que me obliga a buscar el mojón mas reciente y parar unos segundos junto a él para esperar a que las moscas, desenfrenadas y peleoneras, se muden de mis piernas al fresco montoncito. ¡Y pensar que mucha gente camina descalza!

Una aventura cotidiana

Ya me acostumbré a muchas tradiciones de aquí, como quitarme los zapatos dentro de las casas o templos, o comer sólo con los dedos de la mano derecha, por que los de la izquierda están destinados para limpiarte el trasero. Si osas tocar un alimento con tu mano izquierda en un restaurante y alguien te ve, no solamente se reirán de ti, sino que les darás un poquito de asco.

Ir al baño es otra aventura, es más común limpiarse con agua y con la mano que con papel, aquí algunos baños tienen una manguera al lado del escusado, en otros sólo una jarrita, y los más finos avientan un chorro de agua a las nalgas antes de irse con todo y el premio para el fondo. Si hay una cosa que debí haber traído a India, es papel de baño, porque ni las servilletas de los restaurantes se antojan, porque son de un papel tan áspero, que no dudo te rosen si lo usas por dos semanas seguidas.

Pero eso no es todo, no todos los lugares tienen escusados, son mas comunes las letrinas, hasta en el aeropuerto y en los trenes están presentes y ni modo, a acostumbrarse a hacer las necesidades en cuclillas.

Traficantes de pechugas de pollo

Mientras caminamos por algunas de las ciudades sagradas, encontramos en los callejones a los Meat Dealers, traficantes de carne o de huevos que hablan sólo a los turistas: “Hey, ven para acá, tengo pechugas de pollo, son frescas, te las doy a buen precio”. Debes responder que no, o te meterás en problemas con la ley, lo mismo si te ofrecen huevos o alcohol, que también están prohibidos.

Sin embargo la mariguana aquí es tan común como masticar chicle, entras a una tienda de abarrotes y el tendero está con un porro en la mano y los ojos medio volteados y los vendedores ambulantes están fumando a todo lo que da mientras hablan contigo para venderte sus pulseritas.

Las pequeñas diferencias

Aquí los hombres se toman de las manos para caminar, sean niños, adolescentes o adultos. Ellos lo ven como un gesto de amistad. Lo que no es normal para la mente india es que un hombre y una mujer se tomen de la mano en público y mucho menos que se abracen o caminen juntos y besarse en la calle es la peor ofensa para la moral.

Ya me aprendí el himno nacional por que lo ponen en el cine antes de empezar una película, con todos de pie viendo la bandera ondeándose en la pantalla. Las melosas películas de Bollywood duran más de 3 horas, todas tienen de 5 a 10 canciones, y si son buenas, verás a mucha gente bailando, cantando y aventando monedas a la pantalla.

Durante la película todos hablan, suenan celulares y le chiflan a la actriz. No entendemos ni madres, pero es muy divertido ver a la gente emocionarse por sus idolos, como Sharukh Khan y Aishwarya Rai, los estereotipos del indio, hombres feos y mujeres hermosas. ¿Contradictorio? Sí, es la India.