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Mayo11

Heaven or Las Vegas

11 Mayo 2012 Texto // Enrique Escalona Fotos // Enrique Escalona

Hay una canción del grupo escocés Cocteau Twins llamada "Heaven or Las Vegas", llena de brillantes guitarras y sonido envolvente, que escucho justo cuando la ciudad aparece en medio del desierto. La canción hace pensar inicialmente en Las Vegas como lo contrario al cielo, pero también sugiere que es una opción mejor. Ya veremos.

El cielo o Las Vegas

No llegamos montados en en camello, pero visitar una ciudad rodeada de desierto tiene su poesía, podría ser el relato de Scheherezada en Las Mil y una noches reloaded: "y entonces apareció en el horizonte una ciudad brillante, con pirámides, torres y palacios, donde todos parecían felices". 

Las Vegas Boulevard, mejor conocida como "The Strip", es una franja de hoteles donde se reproduce París (con Torre Eiffel y Arco del triunfo incluidos); Montecarlo, con su célebre casino reproducido en cada detalle y Nueva York (con el Puente de Brooklyn y la Estatua de la Libertad), además de la pirámide de Guiza, una esfinge y las fuentes más grandes que el mundo haya conocido: las del hotel Bellagio, que bailan al ritmo de los 75 millones de dólares que costaron, con canciones como el éxito de Whitney Houston "My Heart will go on".



Llegamos al grandísimo hotel MGM, y veo mi primer gran lobby de Las Vegas, decorado con un gigantesco león dorado, con cientos de metros cuadrados de tragamonedas, ruletas, mesas de póker y pantallas de televisión para apostar en todo lo que se pueda apostar alrededor del mundo.

Subo al décimo piso por uno de los 12 elevadores y noto que a pesar de ser medio día hay gente que vive de noche, celebra, juega, ríe, se emborracha, pasea, bromea, grita y baila, viviendo una fiesta alejada de la luz solar, porque si se quiere, en Las Vegas nadie ve el sol. Los gigantescos hoteles son un laberinto de casinos, restaurantes, discotecas y tiendas, donde se puede vivir sin horarios. A mí me encanta, y si pudiera vivir aquí, me buscaría un trabajo como doble de Elvis casando gente en las capillas.

Rick Moonen nos recibe en su restaurante en el hotel Mandalay Bay, el chef neoyorquino resulta ser un apasionado de la comida sustentable y nos explica que sus platillos, como el cangrejo rey de Alaska y el pez gato con papas, cebolla y pepinillos provienen de granjas y pesca controlada. Rick también habla de Las Vegas como un lugar donde hay mucho por hacer, y a diferencia de su ciudad natal, donde puedes ser un pez gordo en un pequeño océano.

Se dice que en Las Vegas no hay cultura, pero inspiró a Hunter S. Thompson para escribir "Fear and Loathing in Las Vegas", el viaje de dos reporteros buscando el sueño americano en compañía de una maleta llena de drogas, y hay una larga lista de películas que ocurren en esta ciudad, como El Padrino, Casino, Ocean Eleven, y una de las pocas tragedias del cine contemporáneo, el romance imposible de un alcohólico y una prostituta de "Adiós a Las Vegas".

Pero sobre todo, la leyenda dice que aquí se inventó el rock y no en Memphis, con los grupos que tocaban para las desnudistas en los años 50, música recopilada en la joya de 6 volúmenes llamada "Las Vegas Grind", que recupera las grabaciones originales de las bandas efímeras que tocaban en los shows, con nombres como "Edgar Allan and The Po'Boys". Dicen que Elvis era uno de los clientes y que limpió esos ritmos lascivos para hacerlos éxitos, moviendo su cadera como aprendió de las Showgirls.

Es justo a Presley al que veo por la noche, "Viva Elvis" es el show del Cirque de Soleil en el Hotel Aria, un espectáculo sin imitadores, sólo la música original del Rey, coreografiada con actos circenses, que incluyen guitarras gigantes giratorias, vaqueros en llamas y grandes acróbatas. Se necesita mucho dinero para reunir tanto talento y ponerlo en un gran show, y Las Vegas tiene 7 tan sólo del Cirque de Soleil, incluyendo uno que me quedo con ganas de ver: LOVE, con la música de The Beatles, y es que a pesar de llevar mis 123.35 dólares por la entrada más barata, ya no había boletos, así que lo mejor es comprarlos antes por internet.



Cambio de hotel, ahora se trata del Cosmopolitan, un rascacielos de 60 pisos, con un lobby con columnas cubiertas por pantallas digitales, que cambian la atmósfera completa a cada instante, pasando de un paisaje marino, a formas geométricas o a una librería. Pero lo mejor es el espectáculo humano, gente elegante desde las 8 de la mañana, jubilados en bermudas que asaltan las mesas de juego, jóvenes gritones, familias completas de mexicanos y sobre todo, mujeres en traje de baño, pareo y tacones, que desfilan todo el tiempo como si hubiesen sido contratadas por el hotel para ser parte de su atractivo.

Como casi todos los hoteles están conectados de alguna manera, el lobby da una plaza comercial, la plaza a una parte de la calle y la calle a otro lobby, haciendo del paseo por los hoteles del "Strip" una de las mejores experiencias a pie en el mundo. No exagero ¿en qué otro lugar se podrá ver a tanta gente tratando de vivir algo extraordinario? ¿En dónde hay otra tierra que prometa ganar, divertirse y excederse sin enjuiciar? Las Vegas se puede convertir en cualquier cosa, en el escenario mexicano para dar el grito de Independencia escuchando a algún Fernández, en el salón para una convención o la fiesta interminable cualquier día del año.

Cuando pensé haberlo visto todo entro al lobby del Bellagio, con una decoración que cambia 5 veces al año y que en esta temporada representa un paisaje holandés con molinos, zapatos zuecos de madera gigantes y 2 cisnes de peluche sobre un lago artificial, todo rodeado de miles de flores naturales y una violinista que ameniza el entorno. Las miradas de los visitantes se dividen, entre los que piensan que es un exceso y los que disfrutan todo. ¿Hay que juzgar lo que se ve en Las Vegas? No, hay que disfrutarlo con ironía, porque esta ciudad es la mejor parodia de la vida moderna.

Cenamos en el Restaurante Sinatra, otro de los iconos de la ciudad, logramos entrar al antro de moda, el Marquee del Cosmopolitan, pierdo de vista a mis amigos en alguna de las 5 pistas del antro, salgo al amanecer y la fila para entrar sigue igual que a medianoche, porque el lugar nunca cierra. Bajo al casino antes de ir a mi habitación y juego un poco en las máquinas tragamonedas, una chica en minifalda me ofrece un trago, desayuno de campeones, algo tiene el aire acondicionado de los casinos que me quita el sueño. ¿Y si intento la ruleta? Dicen que apostar en las cuatro esquinas siempre es algo seguro.

 

Acerca del autor

Enrique Escalona

Enrique Escalona

Lo único que ha podido planear en su vida es su próximo viaje... y pues de algo había que trabajar ;)

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