separador

Inicio Destinos México Surrealismo curativo
Abr24

Surrealismo curativo

24 Abril 2011 Texto // Laetitia Thollot Fotos // Enrique Escalona, Laetitia Thollot

Un viaje por la Huasteca Potosina nos lleva a un pueblo lleno de arquitectura fantástica, que guarda la memoria de don Beto Ramón, un sanador con miles de seguidores.

Estoy viajando por la Huasteca Potosina, y una de las etapas de mi recorrido es el municipio de Axtla de Terrazas, un pueblo que resguarda una curiosidad única, una inverosímil finca llamada Aguacatitla.

Siempre supe que el aguacate era un néctar para la salud, con su cascarón rígido que resguarda una sustancia cremosa, lista para ser untada en una rebanada de pan, o bien a modo de mascarilla para saciar la piel o los cabellos desnutridos. Barato, rico en aceites no saturados, esta fruta mexicanísima bien se merece elogios, odas y coplas, pero nunca me había imaginado que pudiera existir en la Tierra un lugar donde se venerara.

El triunfo del Aguacate

Pasamos un portón adornado en un estilo arquitectónico inédito y vemos encima de nuestras cabezas un gran aguacate medio abierto que enseña su pulpa y su hueso. Me pregunto a qué clase de secta religiosa habré llegado, pero la curiosidad es demasiado fuerte y no me voy a dar la vuelta estando tan cerca. Para salvar el pellejo me siento dispuesta a invocar plegarias de mi invención, tipo “Oh noble Fruto, tu dulce miel es una bendición para mi alma, eres fuente de juventud y consuelo de la vejez, que la aguacatez esté siempre conmigo…”.

Otra puerta se levanta delante de nosotros, gigantesca  y enigmática, con su madera sujetada  por clavos negros. Algunas inscripciones en la pared nos dejan entender que se trata de una farmacia, o de un consultorio médico. Al cerrarse el pesado batiente tras nosotros, veo un estrafalario conjunto arquitectural, colorido, absurdo, que podría ser el fruto de los delirios de una genial mente catalana como Antoni Gaudí o Salvador Dalí. Aunque los creadores tenían donde inspirarse, porque los fantásticos jardines de Xilitla no quedan lejos de aquí.

 

Beto Ramón, un curandero surrealista

Nos recibe Francisco Larraga Morán, el yerno de Beto Ramón, renombrado curandero indígena quién elaboró formulas botánicas para curar las dolencias de sus pacientes. Pero también adivinamos que tenía vocación de arquitecto, ya que diseñó personalmente los curiosos edificios que yerguen sus paredes delante de nosotros, dirigiendo a un equipo de albañiles permanentemente contratado aquí, porque Beto Ramón siguió añadiendo esculturas y detalles hasta su muerte en 2004.

Ahora descansa aquí mismo, en su tumba, donde figura un retablo que nos cuenta cómo sus poderes de curación le fueron entregados por el mismísimo Jesús. Durante de toda su vida, el botánico afirmaba que al ver, tocar y oler una planta, podía determinar que males era capaz de curar. A cualquiera esta intuición divina le puede parece mentira de charlatán, pero lo cierto es que este hombre logró durante su vida una fama que rebasa los límites del país.

Un IMSS naturista

Observamos una colorida iglesia de tres campanarios, alejada de las reglas académicas de la arquitectura, como todo aquí, luego recorremos alamedas bordadas de huevos de piedra y llegamos al consultorio. No cabe duda, se trata de un lugar serio, lleno de pacientes que esperan en bancas y puertas cerradas que ocultan secretos. Yo también quiero cita.

Desde varios meses, ando con un problemita en la piel que a diario me saca canas, algo que puede parecer frívolo y superficial, pero que me urge arreglar. Después de algunos trámites me recibe Rogelio Ramón Cruz, hijo de Beto Ramón. Le explico mi dolencia y después de hacerme algunas preguntas, me receta pócimas cuya preparación tengo que pedir aquí mismo en el laboratorio.

 

¿Salvación para mi piel?

Me pasan a una sala donde flotan fuertes aromas a plantas, y en pequeños cajones escogen para mí las especies que requieren las formulas, luego las echan a hervir en ollas de cobre y me indican que voy a tener que esperarme dos horas a que todo esté listo.

Me entregan botellas voluminosas. ¡A su lado las cajitas de medicamentos que acostumbramos comprar en la farmacia son cosa de risa! Hay jabón para limpiar la piel, preparado que tengo que tomar, y varios botecitos de remedios “para fortalecer la sangre”, una de ellas lleva el nombre inequívoco de “Cancerosina”, porque más vale prevenir el cáncer que curarlo.

Salgo por la gran puerta cargada con estos pesados frascos, sólo espero que sí sirvan. Ahora llevo unas tres semanas usando estos remedios, y sólo he notado en mis ronchas una muy leve disminución, pero aún es muy temprano para pronunciarme, ¡el tratamiento me lo dieron por tres meses! Aunque como me dijo Rogelio, el secreto es tener fe, es lo que ayuda a curar cualquier mal.

GUÍA GIRAFFE

Herbolaria Beto Ramón:

www.herbolariabetoramon.com

Correo: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Centro Botánico Beto Ramón en Facebook

Acerca del autor

Laetitia Thollot

Laetitia Thollot

Nací y crecí en LyonFrancia. Me encanta viajar, pero me falta mucho por descubrir. En mi última carta a Santa Claús, solicité boletos redondos a paises asiáticos como JapónNueva ZelandaTailandia y Bután.

¡Comparte tu experiencia!

ID opcional. Ningún campo es obligatorio.

Inicio Destinos México Surrealismo curativo