Esta isla no se encuentra en el Caribe Mexicano o a horas de vuelo, está en el estado de Querétaro, a pocas horas de la ciudad de México, y puede ser tuya por completo para escaparte del mundo.

Llegamos a la orilla de la presa de Tzibanzá con buena luz. Hemos manejado una hora desde Cadereyta y hace apenas 3 horas estábamos en la Ciudad de México. Nos espera una lancha para llevarnos a la isla del mismo nombre. Cuando nos dijeron que había una isla en Querétaro pensábamos que se trataba de una metáfora, pero ya nos dimos cuenta de que es literal. El recorrido sobre el lago artifical dura apenas unos minutos, bajamos en el puerto y encontramos cabañas muy bien diseñadas, diría incluso que bastante bonitas, sólo hay 10, algunas son para parejas y otras para familias, cada una cuenta con una terraza y todas tienen vista al lago y las montañas de la orilla. También hay una alberca, un bar y un comedor, donde se sirven las 3 comidas del día, que incluyen delicias como mojarras fritas con enchiladas queretanas.

Además de pasar el día haciendo una de las mejores cosas que pueden hacerse en la vida, es decir, nada, es posible salir a hacer recorridos a caballo por los alrededores o a pescar. Aquí se lleva a cabo el campeonato nacional de pesca de Lubina negra. Aunque en mi caso, prefiero la opción de no hacer otra cosa que comer, dormir y ocasionalmente ir al restaurante por una deliciosa cerveza enfriada en hielo.

Este idílico lugar es propiedad del pueblo que habitaba el lugar antes de que se construyera la presa, ellos se han organizado para atenderlo y se han capacitado para dar un excelente servicio. Todos se esmeran por atendernos y recibimos un trato alejado de la estandarización de una gran cadena hotelera, con el sabor de lo auténtico en todos los detalles. Nos cuentan que es posible rentar la isla por un precio muy razonable y comenzamos a imaginar cómo sería festejar un cumpleaños en una isla sólo para nuestros invitados.

Esta noche Tzibanzá nos regala una luna llena que se refleja en el agua, encendemos una fogata y me doy cuenta de que cada quien se siente en su propia isla, los fiesteros en Ibiza, una pareja en Cozumel, una amiga socióloga en Cuba y sospecho de 2 que se sintieron en Míkonos. Sin duda la cerveza y el calor de la noche me mandaron a la Isla de la fantasía.