Una lluvia finísima empapa las ropas de los numerosos visitantes que hacen fila para entrar a Auschwitz, el más grande de los 10 mil campos de concentración Nazi que existieron en Europa durante la Segunda Guerra Mundial, uno de los pocos campos conservados como museo del holocausto y preservado para honrar a los caídos, pero sobre todo, para recordarnos que nunca debe volver a repetirse esta historia.