Vancouver es (hasta hoy) mi ciudad favorita de Canadá. ¿Por qué? por sus calles aptas para peatones, su lago cercano, sus mercados orgánicos, sus cervezas espumosas, su juventud que no tiene reparo para pedirte un dólar y poder fumar un poquito de cannabis, su librería pública y en fin, la comodidad de no sentirse un extranjero porque ésta es la capital de la multiculturalidad.