Es el tren de la muerte, puedes pasar horas varado en el desierto, pero los paisajes que ves son únicos, nos dijo un mochilero australiano que ya había hecho la travesía y ahora paseaba por Atacama. Fue la segunda parte de la frase la que nos movió a Calama, una pequeña ciudad chilena minera y prostibularia. De ahí partimos.