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Sep07

Mi noche en el Condesa

07 Septiembre 2010 Texto // Enrique Escalona

Había escuchado tantos comentarios sobre el Condesa DF que estaba deseando vivir en otro lugar para tener el pretexto de hospedarme ahí. Hasta que un día decidí ser un turista en mi tierra.

Bajamos del taxi en la calle Veracruz, pasando entre un grupo de chicas vestidas para la fiesta, como nunca habíamos entrado al Condesa DF, antes de subir a nuestra habitación echamos un vistazo al animado patio, y mi novia y yo nos leímos el pensamiento, íbamos a subir nuestras cosas y a bajar de inmediato a disfrutar del ambiente del Condesa DF.

Sin embargo no fue fácil, la habitación distaba mucho de la uniformidad de un típico hotel de cadena o de la sordidez de un hotel de paso defeño, más bien era el lugar perfecto para hacer una fiesta o quedarse en buena compañía a disfrutar de la atmósfera contemporánea de la habitación. Sin embargo queríamos disfrutar del ambiente del hotel, y de su comida, así que bajamos de nuevo al patio.

Camino al Patio nos encontramos con otras parejas, gente de todo el mundo, diría incluso que con uno que otro personaje excéntrico, que nos hizo sentirnos en una escena de Fellini, en una de esas fiestas de la Dolce Vita.

Cenamos una selección de platillos fusión Japón y México, en un ambiente relajado. Entonces nos enteramos que existe una terraza y decidimos conocerla. Tomamos el elevador recordando las ocasiones infantiles en las que era un placer explorar el hotel al que llegábamos, ya que el Condesa DF cuenta con sorpresas en cada uno de sus cuidados espacios, ya sea una sala de lectura o un lounge escondido con mobiliario antaño.

La terraza está llena, pero nos sirven 2 cervezas en la barra, pero principalmente nos ofrecen algo cada vez más escaso: muy buen trato. No llegamos a la mitad de la cerveza cuando nos acomodan en una cama, literalmente un colchón redondo desde donde se ve el cielo morado de la ciudad y el Parque España. Mi novia pregunta con ironía si tendrán una cobija, y se la llevan. Así que bebe sus cocteles bien protegida del frío nocturno.

Aguantamos un par de tragos, hay buen ambiente pero el frío comienza a hacer mella, además ¡tenemos nuestra habitación! Así que corremos al cuarto a buscar la lista Room Service, un par de bebidas más y musiquita del iPod, cuarto a media luz y la increíble sensación de estar en un lugar secreto en medio de nuestra vertiginosa ciudad. Al día siguiente la mañana entra por la ventana, los tranquilos árboles del Parque España y las calles vacías deberían mandarnos de nuevo a la cama, pero queremos desayunar y bajamos en terribles fachas al patio, consolándonos al ver que todo mundo baja a desayunar con el aspecto de sobreviviente de un desastre.

La mesera sí que luce bien mientras nos sirve un fragante café, vamos al buffet por salmón, fresas, zarzamoras, arándanos, pan y todo lo necesario para dejar atrás la desvelada, y después volvemos a subir a nuestro glorioso cuarto.

La sensación de dejar el Condesa DF es triste, sentimos que al cruzar la puerta de salida estamos "perdiendo todos nuestros derechos”. De repente ya somos dos personas normales caminando en calles semi vacías, ya no contamos con ese espacio privilegiado con sus lamparitas de diseño y toda la onda. Pero es puro sentimentalismo, en realidad sabemos que para hospedarnos o para divertirnos, hemos descubierto un nuevo lugar para pasarla bien y regresamos a pie a casa.

CONDESA DF

Av. Veracruz 102. Esquina con Parque Espana. Col. Condesa. Tel. 5241-2600

www.condesadf.com

 

Acerca del autor

Enrique Escalona

Enrique Escalona

Lo único que ha podido planear en su vida es su próximo viaje... y pues de algo había que trabajar ;)

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